Casa de la Real Aduana

La Antigua Casa de la Real Aduana, es uno de los edificios de estilo tradicional canario de mayor valor histórico y arquitectónico de la isla de Tenerife y el edificio civil más antiguo que se conserva en la actual ciudad turística de Puerto de La Cruz, ubicada en el entorno del viejo muelle pesquero, testigo fiel de la importancia económica y comercial que tuvo este muelle en el pasado, a tal punto, que llegó a ser catalogado por el rey Fernando VII como la “llave de la isla”, como se simboliza en su escudo heráldico.

Fundada en 1620 por la familia Franchi, se trata de una casona del siglo XVII, posteriormente arrendada a la Real Hacienda. Por Casa de la Aduana se entendía el conjunto arquitectónico conformado por la Batería de Santa Bárbara, antiguo resguardo de la Real Aduana, la cual estaba artillada con cuatro cañones para la defensa de los barcos que fondeaban cerca de la punta del muelle viejo y de la que hoy sólo se conserva la escalerilla de piedra que bajar al mar, construida en 1741; y, la residencia de los Prieto – Alfaro, descendientes de los Franchi, quienes posteriormente la arrendaron a la Real Hacienda para acomodar en ella las dependencias de las aduanas como residencia de los almojarifes o administradores hasta 1833, año en que pasa a Santa Cruz de Tenerife.

Adosada a la Casa de la Aduana aparece una cruz llamada “La Carola”. La más antigua de las que se tiene conocimiento en el Puerto de la Cruz, es muy probable que haya sido la primera, marcando la cristianización y de donde la ciudad tomó su nombre.

La Casa de la Aduana desde su fundación ha tenido muchos usos. El primero fue el de gestionar y vigilar que las normas legales de tránsitos se cumplieran y, sus estancias bajas también fueron sede del Consulado Británico.

La Casa de la Aduana es testigo fiel de los momentos más apasionantes de la historia del hermoso puerto: protagonista de grandes celebraciones, intrigas políticas, actividades comerciales de dudosa legalidad, juegos, murmuraciones sociales, tertulias, conciertos y hasta de escandalosas huidas de damas de la alta sociedad.

En el momento en que surge el turismo como nuevo modelo económico del Puerto de La Cruz, la ciudad se fue transformando completamente pero La Casa de la Aduana sobrevivió a esta transformación urbanística gracias a la familia Baillon, a través de su adquisición en el año 1963, para usarla como residencia personal y a la vez manteniendo una parte abierta al público.

El Cabildo de Tenerife compró la casa a la familia Baillon en el año 1997. Y, después de someterla a un proceso de restauración, la ha convertido en un centro sociocultural y de exposiciones. La Casa de la Real Aduana, testigo inalienable de la apasionante historia de Puerto de La Cruz.

How to arrive

From
To

Map